PROLOGO
—Sabes a la perfección que esa familia es una amenaza para todos nosotros —habló la voz que él tanto temía—. Lo sabes, ¿cierto? —volvió a insistir con esa calma que le resultaba espeluznantemente amenazadora.
Él asintió, tratando de disimular el incontrolable temblor que se apoderó de su cuerpo. Nunca le había gustado parecer tan patéticamente cobarde, pero lo cierto era que estando en su situación se hacía sumamente difícil poder mantener cierto control.
—Lo sé, maestro —logró titubear.
Una escalofriante risa llenó el oscuro lugar, enviando oleadas de temor por todo su cuerpo.
—Eres patético, Rex. ¿De qué te sirve ser un hombre de casi dos metro si en el momento oportuno te acobardas como una niñita? —escupió.
Él no supo qué responder, así que se quedó quieto frente al portal que se alzaba ante sus ojos, con la silenciosa promesa de volver a ser lo majestuoso que había sido hace un milenio.
—Llevo mil años esperando que se me libere y estoy tan cerca al fin de que eso ocurra que no toleraré que por tu culpa todo se vaya a la mierda —volvió a hablar la voz.
El hombre llamado Rex se echó a temblar ante la anticipación de lo que sabía iba a ocurrir a continuación.
—¿Tienes algo más que decirme, Rex?
El disminuido hombre no habló, sin embargo, se resignó a negar con la cabeza, gimoteando como un patético gran bebé.
—Me das realmente asco —siseó la voz—. Aunque no debería siquiera gastar energía en aquello —agregó sumamente molesto.
—No, mi señor, usted no debería gastar su preciada energía en esta escoria. —Una seductora y exquisita voz femenina llenó inesperadamente el cuarto.
—Mi querida Lucy. —La amenazadora voz de pronto se había suavizado.
El gran hombre suspiró aliviado tras el cambio en el ánimo de su maestro, sin embargo, supo inmediatamente que fue un error de proporciones mayores el que se hubiese relajado. Ni siquiera tuvo tiempo de gritar cuando sintió la fría hoja de plata que se hundió justo en donde se suponía tenía su corazón. Sus ojos se abrieron por la sorpresa y el dolor, pero inmediatamente se nublaron cuando la muerte segó su vida.
—Realmente odio tener que ensuciar mis manos con basura semejante. —La deslumbrante pelirroja habló con evidente desdén—. Si tan sólo me dejara hacerme cargo, milord, todos los hermanos Ruston ya estarían muertos y usted estaría liberado y reinando como por derecho le corresponde.
La voz dejó escapar una risa de diversión que hizo eco en la oscura y fría sala que antaño solía ser un hermoso salón de un espectacular palacio.
—Lucy, —suspiró— eres demasiado preciosa como para ensuciarte tus bellas manos; sin embargo, creo que tienes razón.
Los ojos de la mujer se abrieron de par en par ante la sorpresa.
—¿Será posible, milord, que usted haya reconsiderado mi petición? —preguntó serenamente, pero sin poder esconder la sorpresa en sus ojos que brillaban con la misma intensidad y color del topacio.
—En parte sí —reconoció la voz—. Sin embargo, quiero que te quede claro algo. Tu vida es demasiado importante para mí, así que no te arriesgaré innecesariamente.
Las esperanzas de la mujer murieron de forma inmediata.
—Ahora sí que no comprendo, mi señor —se sinceró la pelirroja.
—Quiero que contactes a Lorgan y que monitorees de cerca su progreso. Si falla quiero que lo elimines inmediatamente —le ordenó.
La mujer se cruzó de brazos y levantó una ceja. Nada había cambiado, seguía estando en la defensiva, mientras otros se llevaban el placer de la lucha. Lo único que quería era poder ser ella quien eliminara a los cuatro hermanos Ruston, pero su señor se seguía negando a otorgarle aquel honor.
—Como usted desee, milord —dijo después de un rato—. Me encargaré personalmente de que Lorgan cumpla con su misión.
Luego de eso se giró para marcharse, pero su maestro la detuvo por un momento.
—Quiero a Rasmus y a toda su familia muerta antes de que el invierno acabe —le ordenó—. Tú sabes que mientras alguien que lleve su sangre viva, no podré ser libre.
—Lo sé, mi señor —asintió la mujer—. Antes que el invierno acabe, no quedará ningún Ruston vivo para mantener el portal sellado, y usted será libre nuevamente.
Lucy abandonó la estancia, dispuesta a tomar la rienda de la situación, ya no sería sólo la mensajera, ahora se encargaría al menos de idear una estrategia para conseguir las cabezas de los hermanos, sobre todo, la de Rasmus.
Esta vez, bajo su mandato, al fin su señor sería liberado y ella obtendría su venganza por la humillación sufrida por la familia Ruston.
—Sabes a la perfección que esa familia es una amenaza para todos nosotros —habló la voz que él tanto temía—. Lo sabes, ¿cierto? —volvió a insistir con esa calma que le resultaba espeluznantemente amenazadora.
Él asintió, tratando de disimular el incontrolable temblor que se apoderó de su cuerpo. Nunca le había gustado parecer tan patéticamente cobarde, pero lo cierto era que estando en su situación se hacía sumamente difícil poder mantener cierto control.
—Lo sé, maestro —logró titubear.
Una escalofriante risa llenó el oscuro lugar, enviando oleadas de temor por todo su cuerpo.
—Eres patético, Rex. ¿De qué te sirve ser un hombre de casi dos metro si en el momento oportuno te acobardas como una niñita? —escupió.
Él no supo qué responder, así que se quedó quieto frente al portal que se alzaba ante sus ojos, con la silenciosa promesa de volver a ser lo majestuoso que había sido hace un milenio.
—Llevo mil años esperando que se me libere y estoy tan cerca al fin de que eso ocurra que no toleraré que por tu culpa todo se vaya a la mierda —volvió a hablar la voz.
El hombre llamado Rex se echó a temblar ante la anticipación de lo que sabía iba a ocurrir a continuación.
—¿Tienes algo más que decirme, Rex?
El disminuido hombre no habló, sin embargo, se resignó a negar con la cabeza, gimoteando como un patético gran bebé.
—Me das realmente asco —siseó la voz—. Aunque no debería siquiera gastar energía en aquello —agregó sumamente molesto.
—No, mi señor, usted no debería gastar su preciada energía en esta escoria. —Una seductora y exquisita voz femenina llenó inesperadamente el cuarto.
—Mi querida Lucy. —La amenazadora voz de pronto se había suavizado.
El gran hombre suspiró aliviado tras el cambio en el ánimo de su maestro, sin embargo, supo inmediatamente que fue un error de proporciones mayores el que se hubiese relajado. Ni siquiera tuvo tiempo de gritar cuando sintió la fría hoja de plata que se hundió justo en donde se suponía tenía su corazón. Sus ojos se abrieron por la sorpresa y el dolor, pero inmediatamente se nublaron cuando la muerte segó su vida.
—Realmente odio tener que ensuciar mis manos con basura semejante. —La deslumbrante pelirroja habló con evidente desdén—. Si tan sólo me dejara hacerme cargo, milord, todos los hermanos Ruston ya estarían muertos y usted estaría liberado y reinando como por derecho le corresponde.
La voz dejó escapar una risa de diversión que hizo eco en la oscura y fría sala que antaño solía ser un hermoso salón de un espectacular palacio.
—Lucy, —suspiró— eres demasiado preciosa como para ensuciarte tus bellas manos; sin embargo, creo que tienes razón.
Los ojos de la mujer se abrieron de par en par ante la sorpresa.
—¿Será posible, milord, que usted haya reconsiderado mi petición? —preguntó serenamente, pero sin poder esconder la sorpresa en sus ojos que brillaban con la misma intensidad y color del topacio.
—En parte sí —reconoció la voz—. Sin embargo, quiero que te quede claro algo. Tu vida es demasiado importante para mí, así que no te arriesgaré innecesariamente.
Las esperanzas de la mujer murieron de forma inmediata.
—Ahora sí que no comprendo, mi señor —se sinceró la pelirroja.
—Quiero que contactes a Lorgan y que monitorees de cerca su progreso. Si falla quiero que lo elimines inmediatamente —le ordenó.
La mujer se cruzó de brazos y levantó una ceja. Nada había cambiado, seguía estando en la defensiva, mientras otros se llevaban el placer de la lucha. Lo único que quería era poder ser ella quien eliminara a los cuatro hermanos Ruston, pero su señor se seguía negando a otorgarle aquel honor.
—Como usted desee, milord —dijo después de un rato—. Me encargaré personalmente de que Lorgan cumpla con su misión.
Luego de eso se giró para marcharse, pero su maestro la detuvo por un momento.
—Quiero a Rasmus y a toda su familia muerta antes de que el invierno acabe —le ordenó—. Tú sabes que mientras alguien que lleve su sangre viva, no podré ser libre.
—Lo sé, mi señor —asintió la mujer—. Antes que el invierno acabe, no quedará ningún Ruston vivo para mantener el portal sellado, y usted será libre nuevamente.
Lucy abandonó la estancia, dispuesta a tomar la rienda de la situación, ya no sería sólo la mensajera, ahora se encargaría al menos de idear una estrategia para conseguir las cabezas de los hermanos, sobre todo, la de Rasmus.
Esta vez, bajo su mandato, al fin su señor sería liberado y ella obtendría su venganza por la humillación sufrida por la familia Ruston.
Libro 1 el comienzo
Espero que les guste tanto como ami y dejen les cuento que ya esta listo también el libro 2, Y aqui os dejo la reseña.
Espero que les guste tanto como ami y dejen les cuento que ya esta listo también el libro 2, Y aqui os dejo la reseña.
PROLOGO
Ella cerró los ojos y se dejó estar. La visión de Mere tan entregada entre sus brazos, era como un soplo de nueva vida. Ella abrió nuevamente su purpúrea mirada y le sonrió quedamente.
—Mi cabeza no te cree, Alex… a pesar de que mis ojos han presenciado la mayor parte de lo que me has dicho —contestó sin perder la serenidad, a pesar de que aquellas palabras significaron una puñalada directa al corazón.
—Pero mi corazón te cree ciegamente, Alex —agregó tomando su mano y besando su palma. Aquello lo hizo sonreír—. Pero… no puedes negarme que todo es muy raro… yo… es que la historia suena tan…
—Inverosímil —completó él sintiéndose mucho más relajado—
aqui el enlace Libro 2 Libertad
Espero que os gusten ahhh y os advierto contienen escenas explicitas de sexo para +18 . En cuanto el libro 3 que ya se esta escribiendo este listo os paso la reseña y el enlace ok besosss byeeee .
y aqui la reseña de el libro obviamente obtenida en Purple Rose.